miércoles, 8 de mayo de 2019

El reencuentro

Si, no lo podía evitar. Se vieron después de varios años de escribirse. Se conocieron de chicos, en el caso que dos personas de veinte y pico puedan considerarse chicos, y la cosa fue...intensa aunque no del todo formal. Quizás la falta de formalidad le diera esa intensidad, pensó el en un momento.
Ese pensamiento lo pudo comprobar unos cuantos años después porque de manera informal se volvieron a ver. La había re encontrado (no se si por casualidad, lo dudo) por este fenómeno de las redes sociales. Se  reencontraron una tarde de Buenos Aires, de esas tardes de después del trabajo aunque el estaba de vacaciones, de paso por allí. La miraba mientras ella hablaba de no se acuerda que cosa.

La despidió en la puerta de un taxi, esto después el se lo dijo a ella, con un "nos vemos". Ese nos vemos era una manera de decir "quien sabe" pero el tenía la certeza que da el deseo de volver a verla. Algo que pasó cinco años después.

Otro bar en una plaza, previamente y durante esos años se contaron cosas, cosas de ella, cosas de el, que el casamiento de el, que los problemas de ella y cuando se vieron era como si se hubieran visto hace poco. Charlaron. El la miraba buscándola, buscando todo y con una excusa muy varonil, es decir, con una excusa boluda se animó a sentarse al lado esperando una señal que llegó en el momento justo. Todas las señales llegan en el momento justo; se puede decir que el momento justo es aquél en el cual llega una señal. Y llegó el ansiado beso y el descarado refriegue. Que lindo, sintió el mientras le miraba la cara de siempre con los mismos gestos que el recordaba o le parecía recordar. En todo caso pensó que no podía ver mejores gestos que esos y que si hubiesen sido otros, esos que el estaba viendo en ese momento eran los mejores.

Con la sabiduría de los años y, hay que reconocerlo, también la calma sexual que esos años lamentablemente aportan, quedaron para la próxima. Para el decir la próxima era algo incierto por definición, pero vió que esa incertidumbre se iba yendo a medida de los mensajes que iban y venían.

El miedo de el a las aglomeraciones y el olor a fritura hizo que se encontraran en un bar medio destartalado de Puente Pacífico, enfrente de un rutilante Mc.Donalds que el destetaba un poco menos que Starbucks. Ella llegó y el no sabía si besarla o no o como hacerlo. Pero las mujeres suelen ser quienes manejan el mazo y bueno, el se dejó llevar.

El hotel quedaba cerca. No hace falta decir como son los hoteles alojamientos por esa zona pero ya daba igual, no se trataba de impresionar sino de dejarse llevar. Cosa que hicieron los dos, sin decir nada estaban celebrando un reencuentro con ellos mismos, no solo el uno con el otro sino de el reencuentro de cada uno de ellos consigo mismo.

Un par de dias después ella le mandó una foto hecha ante un espejo, gafas rojas, zapatos como los que llevaba y el cree que el mismo vestido. El la quiso ver sin ropa interior y en un lugar alejado de todo cosa de poder darse el placer de que los dos se den el placer de hacer todo lo que es ocurriese de la manera que se les ocurriese.

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